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EL HINCHA: LA FÉ DEL FUTBOL

A lo largo de la historia, en nuestras vidas, día a día debemos convivir con hechos que nos producen esa linda y rara sensación de cosquilleo por todo el cuerpo. Sin lugar a duda cada acción produce y reproduce una determinada consecuencia positiva y negativa en uno y en los que nos rodea. Que difícil que es elegir en una dualidad tan decisiva, como es la razón o el corazón.
Hay una diferencia sustancial entre la razón y los sentimientos que impregna en la persona. La razón por su lado nos permite actuar en equilibrio, evitar quizás en cierta medida correr el peligro de la irracionalidad de los actos y las consecuencias en fin es limitarse a eso, a ser estructurado y frio.
En cambio, los sentimientos son el alma de la vida, son experiencias que superan los resultados de los hechos, y quien sabe más de esto sino es el HINCHA y particularmente el HINCHA VISITANTE.
Dos veces al mes, el hincha del lobo desaparece como arte de magia de su casa y decide viajar a ver al Club de sus amores sin importar los kilómetros que deba realizar por unas locuras que llamamos, GIMNASIA, PASIÓN Y FUTBOL.
Como no acordarnos de ellos, representantes incansables de los sueños y los deseos. Escribir unas líneas de lo que es el hincha, siempre será escaso y corto para la grandeza del mismo. Lógico, porque el día a día nos sorprende, nos enseña y nos demuestra lo maravilloso de la pasión, de lo sentimental, de lo sanguíneo. Como aquel “LOQUITO” lindo catalogado por la familia y sus amigos que empeña un televisor o una play station que para cualquier adolescente es parte cotidiana de su vida, todo por un viaje a los sueño de 90 minutos que muchas veces termina siendo una pesadilla visual. O quien no tiene algún amigo estudiando en otra provincia resignando la comida de muchos días por ver a Gimnasia. Muchas situaciones y distintos problemas, pero el Hincha evidencia su amor con el sacrificio, con las ganas, con estar en ese hermoso lugar en el que más allá de los “hinchas” de la política todos somos iguales en ese hermoso teatro que se llama CANCHA. Lo más lindo sin duda es la llegada al mismo, en pequeños grupos que dejan de lado las adversidades para estar presente. Suenan las bombas de estruendo, el hincha ha llegado y el show comienza. Se flamean las banderas de un lado al otro haciendo brillar los colores celeste y blanco, los bombos le otorgan ritmo a cada canción acompañado por las trompetas, en el alambrado se observan los trapos y sin olvidarnos del viejo pero tan renovado y actual papel picado, todo acompañado por el cántico de unas 27 personas, el equipo sale a la cancha.
En este espacio sagrado denominado tribuna, la única religión se llama Gimnasia y Esgrima de Jujuy. Aunque el hincha puede cómodamente quedarse en su casa viendo en el plasma de su televisor, sentando en el sillón o acostado en la cama, decide firmemente dirigirse hacia la peregrinación de los sueños para poder ver en carne y hueso a sus luchadores enfrentándose a sus enemigos (en el buen sentido) de turno.

Es Aquí donde el hincha observa, grita, llora, se alegra, se levanta, se sienta, se vuelve a parar, da indicaciones, se mueve, se amarga, traga saliva, glup, que simboliza en muchas oportunidades la bronca, impotencia del momento, patalea, mira al cielo pidiendo plegaria, se tapa la cara con la remera pero sigue cantando a pesar de todo; y de repente cuando todo parece indicar que se avecina el caos aparece en segundos, el distinto del equipo otorgando un poco de tranquilidad y una sonrisa tímida, esquivando a sus rivales hasta que decide patear la redonda recargada de ilusiones, la misma se estrella y se duerme en lo más alto del arco ,dándole un cariño a la red y el hincha se rompe la garganta en una ovación festejando el Gol hasta quedar sin voz y salta como si tuviera un calambre en el talón o matando a una cucaracha, abrazándose al primer desconocido que encuentre.

Cuando finaliza la batalla de 90 minutos, el hincha, que no se ha movido de la tribuna, celebra en este caso su victoria; qué manera de sufrir pero no me importa ganamos, somos los mejores, lo ganamos con mucho huevo o indefectiblemente en el peor de los desenlaces llora su derrota; otra vez no robaron, no era falta, no era penal, arbitro ladrón. Entonces cae la tarde, el sol se va y el hincha también. Caen las sombras sobre el estadio que se vacía poco a poco hasta quedar solamente el silbido de los bichos.
El hincha emprende su viaje nuevamente a su provincia y se aleja de esta maravilla por unos días compartiendo los días con la flia, los amigos, el trabajo, en fin, volviendo a la rutina. Esperando ese domingo que parece tan lejano como aquellos de verano.

Sin importarle nada, aunque salga el sol, llueva, truene o nieve, gane empate o pierda, el siempre estará, será uno en el cuerpo de millones o serán millones en uno, porque el mensaje es uno solo y se llama Pasión, una palabra que hoy está tan bastardeada lamentablemente en nuestra sociedad pero que sin duda los verdaderos hinchas buscaremos unir a las hinchadas y haremos todo los posible para que el futbol sea un fiesta de todos y para todos y no un lucro festivo para unos pocos.
CHATO RUIZ 21/01/12
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